Por Stephanie Hernández
El pasado 19 de septiembre comenzó el Segundo Festival del Cine Venezolano en las salas Tribeca de Manhattan. El festival duró hasta el 25 de septiembre y en ese lapso se llevaron a cabo una serie de eventos y se presentaron algunas películas de gran factura. La noche de apertura, mientras una banda venezolana recibía a la audiencia, el cine de la calle Varick resplandecía con la luz de los reflectores y las pancartas. El director Irene Yibrin, fundador en 2013 del Venezuelan Film Festival, dijo: “Estoy emocionado porque se han podido tender puentes entre los temas que afectan profundamente, día a día a los venezolanos, y temas similares que tocan a la gente acá en los Estados Unidos y alrededor del mundo”.
Este año, la apertura del festival duplicó el alcance del año anterior, con más de 1200 asistentes. La programación incluyó 14 largometrajes con temas tan variados como el género, la identidad y el sexo. Algunos de los cineastas escogieron para sus películas temas que resultan controversiales en Venezuela.
La lista de filmes incluyó: Papita Maní Tostón, Yo: Indocumentado, Cecilia y las niñas, La ley, La casa del ritmo: un filme sobre Los Amigos Invisibles, etc.
Al final de la primera noche, muchos espectadores coincidieron en favorecer a la película Yo, Indocumentado de la directora Andrea Baranenko. “Esta película me dejó pensando que la vida es frágil única y hay que vivirla”, dijo Maritsa Bejaran, una asistente del Bronx. La película se ganó el cariño de los espectadores retratando las penurias cotidianas de un joven transexual venezolano lidiando con una sociedad homofóbica.
Además de las películas, se llevaron a cabo paneles de cineastas independientes financiados gracias al Crowdfunding; y también de las relaciones de género y el sexo en la Venezuela de hoy. Al final de los paneles se llevó a cabo una entretenida ceremonia de entrega de premios. Ésta empezó casi en silencio en una sala oscura. En unos segundos, la sala se iluminó y la música retumbó desde las esquinas. Aparecieron entonces un grupo de danzantes, cantando y bailando, vestidos con trajes coloridos. “Fue sorprendente, jamás vi nada parecido”, dijo Christian Mateo, uno de los espectadores que llegó desde Queens.
Se homenajeó a un pequeño grupo de cineastas venezolanos y Alejando Hidalgo recibió el “Premio del Público”.
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