Por Josiah Omotosho
Realizar la misma actividad durante 50 años y al cabo de todo ese tiempo ser aún capaz de disfrutarla es, muchos estaremos de acuerdo, una proeza. Esa proeza parece haber sido alcanzada por el legendario cantante latinoamericano Danny Rivera.
Es que tras aparecer en el escenario para el concierto Obsesión (el nombre de su álbum más reciente), el venerable cantante no solo caminó hasta que lo pudieran ver los 2000 admiradores que lo esperaban reunidos. No, aquello sería demasiado sencillo para Rivera. Él se puso a bailar. Salsa, mambo, fandango quizás –no estaba muy claro lo que Rivera estaba bailando.
Sin embargo, sí era claro que este veterano con más de 50 años en el negocio de la música no parecía menos feliz presentándose este último 20 de septiembre en el Bronx que cuando empezó a grabar los primeros boleros que lo hicieron famoso. Y el público estaba tan entusiasmado como él, gritando y aplaudiendo mientras él giraba sobre el escenario.
Y ese solo era el comienzo de un típico concierto de Rivera.
Durante el espectáculo de 3 horas de duración, Rivera cantó temas que abarcan su carrera entera, desde los clásicos de los años 80 hasta las canciones de su última producción discográfica. Respaldado por una banda de prestigiosos instrumentistas (que incluía al director musical del concierto y colaborador de Obsesión, Nelson González) y acompañado por artistas invitados, como el pianista Emilio Morales, Rivera brindó a su público un concierto como solo él es capaz de hacerlo.
“Maravilloso”, dijo Ángela Santos, al terminar la función. Santos ha asistido a innumerables conciertos de Rivera en el pasado, y éste no fue menos entretenido que los anteriores. Rivera, experimentado hombre del espectáculo, encontró tiempo para conectar al público durante y entre las canciones, urgiéndolo a que lo acompañara, cantara con él y se riera con alguna broma. Todo ello forma parte de una imagen más grande que Rivera ha conseguido establecer: la del cantante que sabe cómo ganarse la empatía de su público.
“Creo que su longevidad tiene mucho que ver con su personalidad”, dijo Isabelle, una de las asistentes, negándose a revelar su apellido. “No solo a través de su música sino también gracias a su interacción con la audiencia. Se gana la confianza de la gente”.
Pareciera que Rivera no solo se ganara el cariño de los mayores y de los viejos amantes de boleros. Además, había un considerable número de jóvenes fanáticos entre los asistentes. Para Isabelle, esto no es ninguna sorpresa.
“Ha conseguido mantener su repertorio fresco, década tras década”, dijo. “Empecé a escuchar a Danny cuando era una muchachita, incluyendo los temas de mis padres, y seguí haciéndolo. Ha hecho un buen trabajo ajustándose a los tiempos”.
¿Ese sería a fin de cuentas, el secreto de la larga duración de la carrera de Rivera? Tal vez. O quizás sea la sinceridad no adulterada con la que canta, la que engendra tanta lealtad entre sus seguidores.
“Él cree en lo que canta”, dice Santos. “Lo siente. Es genuino”.
Uno no puede sino asumir que al legendario músico aún le quedan muchos años de carrera. Es decir, si el hombre tiene ya 54 álbumes en su haber ¿Por qué detenerse ahora?
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